jueves, 16 de agosto de 2018

Precariedad y trabajadores pobres


España es el país europeo de la OCDE con más trabajadores pobres. Un 14,8% de los trabajadores españoles no pueden sobrevivir con su salario mensual.

La OCDE entiende como trabajadores pobres la masa laboral que percibe menos del 50% del salario medio del país. España se sitúa en la peor posición de todos los países de la UE, y sólo empeoran las cifras españolas cinco estados extracomunitarios: China, India, Costa Rica, Brasil, Turquía y México.
Tras los años de la crisis y en un contexto de supuesta recuperación económica, el empleo no ha vuelto a ser como el que conocíamos. La precariedad laboral se ha extendido y normalizado. Estamos ante un nuevo paradigma del mercado laboral. El aumento de la tasa de empleo no resuelve el problema de la precariedad y la pobreza de muchos trabajadores. La precarización es ahora la norma.

Los colectivos más vulnerables se ven especialmente afectados. Jóvenes, mujeres, migrantes extracomunitarios, mayores de 45 años y personas con discapacidad se encuentran especialmente expuestos a la precariedad y a la pobreza pese a contar con un salario. El problema aumenta cuando se dan varios de estos factores en una misma persona (mujer, migrante, racializada, con discapacidad, con baja cualificación educativa y laboral, etc). En este caso el riesgo de pobreza se multiplica.

Tradicionalmente el empleo aportaba seguridad económica, dignidad, bienestar, derechos sociales y laborales, cotización a la Seguridad Social, consideración social e incluso la identificación de la propia persona con su profesión como seña de identidad (“soy médico”, la profesión como parte de la identidad personal). El modelo laboral ha cambiado pero la sociedad no lo ha hecho al mismo ritmo. Nos encontramos ante grandes masas de ciudadanos en situación precaria, que concatenan contratos de unos días e incluso de pocas horas, que trabajan en negro sin contrato ni seguridad social, y que pese a trabajar no logran alcanzar la cifra de 684 euros que el informe AROPE establece como umbral de la pobreza. Muchos de ellos tienen cargas familiares, lo cual condena a la familia al completo a la pobreza.



La precariedad tiene muchos efectos indeseados, que van mucho más allá de los ingresos económicos. La pérdida de seguridad económica y de bienestar, la pérdida de las cotizaciones a la Seguridad Social, la reducción en las cuantías de las pensiones de jubilación, la pobreza de los futuros mayores jubilados, aumento de los problemas de salud (por estrés, por cambios de turno, por asumir tareas de riesgo por necesidad, por la pérdida de bienestar y dignidad en el empleo).

No se trata de un problema individual, que afecte únicamente a los individuos con empleo precario y que únicamente nos tenga que preocupar por razones humanitarias. Se trata de un problema social y económico con consecuencias a todos los niveles y para toda la sociedad: menos cotizaciones a la Seguridad Social, un inferior sostén económico para los pensionistas actuales y futuros (al haber menos cotizantes), menos aportaciones económicas de estos trabajadores en concepto de IRPF para sostener el gasto público, reducción de los ingresos estatales, disminución de la demanda y del consumo de bienes y servicios, potencial cierre de empresas por la disminución de la demanda, empobrecimiento general de la sociedad. No se trata únicamente de una cuestión humanitaria, aunque sin duda tiene elementos para ser considerada un drama humanitario para muchas familias. Pero va mucho más allá de eso, tratándose de un problema social que puede lastrar el desarrollo de nuestras sociedades durante décadas.

A todo lo anterior hay que añadir los efectos de la transformación digital. La irrupción de las nuevas tecnologías digitales, la robotización y la inteligencia artificial en el mercado de trabajo está generando importantes transformaciones, que pueden dejar excluido a un importante sector de la fuerza de trabajo. Todos aquellos trabajadores que no puedan adaptarse a los nuevos requerimientos corren el riesgo de verse excluidos del mercado laboral, con lo que ello implica a todos los niveles (pobreza, aumento de la carga para las arcas públicas por el pago de prestaciones por desempleo, reducción de los ingresos públicos por cotizaciones e IRPF). Debido a las rápidas transformaciones que estamos viviendo, las sociedades actuales corren el riesgo de verse azotadas por la pobreza y la exclusión social y laboral en pocos años.

La globalización y el neoliberalismo han conseguido acabar con al autonomía de los Estados para legislar en función de sus verdaderas necesidades y de llevar a cabo una auténtica política social. Es necesario plantear medidas correctoras que permitan la supervivencia y la dignidad de las personas y la viabilidad económica de los Estados. Un Estado sin trabajadores no es viable, ya que pierde buena parte de sus ingresos. Es un problema humanitario y de dignidad humana, pero también es un problema de viabilidad económica que es necesario abordar. El neoliberalismo a la larga genera Estados repletos de masas empobrecidas, sin servicios públicos e inviables.

Fuente:Medium. Carmen Alemany Panadero.Precariado y trabajadores pobres

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